Turismo rural

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Lo que llamamos turismo rural  engloba varias formas de hacer turismo que son muy diferentes entre sí y con muy distintas consecuencias cada una de ellas y algunas de ellas son copias de las formas de hacer turismo en otros entornos.

Lo único que tienen en común esas formas es que se desarrollan en un entorno rural, bien en el mismo campo o bien en núcleos de población de menos de 2.000 habitantes.

De todas ellas las auténtica y genuinamente rural son el agroturismo y la granja escuela.

El primero es un turismo que se realiza en las propias explotaciones agrarias, cuyos propietarios no son profesionales del turismo y tienen a este como un modo de obtener rentas complementarias a sus rentas agrarias o incluso si su explotación agraria es temporal como modo de mantenerse en épocas donde no recibirían rentas de otro tipo. En estas granjas el turista convive con los granjeros y puede aprender y llegar a realizar labores bien estrictamente agrarias como de transformación de materia prima en productos comercializables, tipo quesos, requesones, embutidos, etc. Su impacto en el medio ambiente es bajo y mejora la renta de los agricultores ayudando a fijar la población en las zonas rurales.

El segundo modo es algo parecido, pero especializado en recibir las visitas con estancias incluidas de escolares, y su objetivo es el aprendizaje y conocimiento de las actividades domésticas y agrarias al tiempo que sensibilizan a la población infantil de la problemática de la vida rural.